La Sierra del
Dobra es, geológicamente, una falla
inversa. Una rotura de la corteza terrestre en la que las rocas más antiguas
son empujadas por encima de las rocas más recientes debido a las fuerzas de compresión. De esta manera afloran materiales calizos
sumergidos durante el Carbonífero, de unos 300 millones de años, sobre estratos más recientes del Triásico.
Durante el Cuaternario,
el relieve surgido en las etapas anteriores se ve afectado por procesos
erosivos y sedimentarios que desencadenan la aparición del relieve kárstico. Éste se genera por
la presencia de roca caliza y por procesos erosivos provocados por el agua. Como
consecuencia, nos encontramos con una sierra salpicada de formas de modelado kárstico.
Los lapiaces son surcos o acanaladuras separadas por tabiques agudos sobre roca caliza. Los surcos se forman por la disolución superficial de la roca por el agua de escorrentía sobre las vertientes o sobre las superficies llanas con fisuras. En el Dobra los campos de lapiaces son muy extensos en los valles interiores de las zonas más al sur y al oeste.
Cuando estas formaciones se producen en elevaciones o cortes del terreno se forman peñas rocosas, características de la ladera sur de la Sierra del Sobra. Al pie de estas laderas se producen canchales, acumulaciones de fragmentos de roca desprendida.
Otra formación muy extendida y característica de la Sierra son los campos de dolinas. Se encuentran en los valles internos, principalmente en la zona central que separa las líneas de cumbres del norte y del sur. Las dolinas, o torcas, son depresiones cerradas en forma de embudo, de planta circular o elíptica y con dimensiones variables. En su fondo el agua se estanca, y la acumulación de humedad hace que en sus paredes se concentren especies del sotobosque, como el Tojo.
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